De verdad hay aún quién se sorprenda de que en un país que se supone europeo, que presume de sentarse en el G-20, que hasta hace nada decía ser la séptima potencia económica del planeta, estallen las protestas cuando se alcanza un 45% de paro juvenil?
¿Cuando un 63% de los ciudadanos vive con mil euros o menos al mes mientras las grandes empresas baten récords de beneficios y de sueldos para sus altísimos directivos?
¿Cuando más de un cuarto de millón de familias son desahuciadas por no pagar la hipoteca mientras la misma banca que les deja sin casa (pero no sin deudas) se lleva, de premio, casi dos puntos del PIB en planes de rescate públicos?
Francamente, lo raro es que todo esto no haya sucedido antes. Hasta alguien tan poco sospechoso de antisistema como el presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, advirtió hace unos meses de que en España se juntaban todos los ingredientes para una revuelta juvenil, para “un nuevo mayo del 68”. Ilegalizar las manifestaciones para tapar la boca de los descontentos, como ha hecho la Junta Electoral de Madrid, no va a servir para acallar estas protestas, sino que las va a encender aún más.
Piensan en el PP que este río revuelto les va a beneficiar. Tal vez sea así, y este domingo puedan celebrar que el desencanto con la política –esa permanente duda de la izquierda que rara vez asalta a los disciplinados votantes de la derecha– les dé una victoria histórica. Puede ser, aunque está por ver.
Francamente, lo raro es que todo esto no haya sucedido antes. Hasta alguien tan poco sospechoso de antisistema como el presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, advirtió hace unos meses de que en España se juntaban todos los ingredientes para una revuelta juvenil, para “un nuevo mayo del 68”. Ilegalizar las manifestaciones para tapar la boca de los descontentos, como ha hecho la Junta Electoral de Madrid, no va a servir para acallar estas protestas, sino que las va a encender aún más.
Piensan en el PP que este río revuelto les va a beneficiar. Tal vez sea así, y este domingo puedan celebrar que el desencanto con la política –esa permanente duda de la izquierda que rara vez asalta a los disciplinados votantes de la derecha– les dé una victoria histórica. Puede ser, aunque está por ver.
Mientras el PSOE se intenta agarrar a un clavo ardiendo diciendo que están de acuerdo con muchas de las ideas y que podrían llevarse a cabo, tal cual expresaba Carme Chacón. Mentiras pre-campaña.
En fin, mismo perro con distinto collar. Dos partidos acomodados que se dedican a dar mítines con políticos obsoletos que ya no encajan en estos tiempos. A tirarse los trastos cara al público cual tertulianos de sálvame que quieren levantar la audiencia, mientras en privado se dan palmadas en la espalda felicitándose por el sueldo vitalicio recién obtenido. O comentando lo contenta que va a estar Europa con los nuevos recortes "necesarios". SE EQUIVOCAN.
Se acabó el votar y callar. HACE FALTA UN CAMBIO.
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